Los escenarios en los que actúa la CVP tienen actos diversos, desde su población, su geografía y las acciones de la entidad.
“La Caja en mi corazón”, campaña de la Oficina de Comunicaciones, se acerca a cada miembro del grupo familiar en las zonas de ejecución de sus programas.
La población infantil y juvenil, del barrio Caracolí, en la que 531 hogares recibieron el pasado martes 26 de mayo sus títulos de propiedad, formaron parte de esta alternativa de comunicación, formación y entretenimiento.
“Hacer partícipe a la niñez de las familias beneficiarias de los programas, es involucrar a poblaciones en formación en el reconocimiento de su calidad de ser humano, de sus derechos y de sus corresponsabilidades”, indica José Andrés Ríos Vega, Director General de la Caja de la Vivienda Popular, y agrega que “el diseño de una alternativa para este fin, involucra un contacto directo, franco, sorprendente y enriquecedor, en la que recíprocamente se logran objetivos de construcción de ciudadanía”.
El recurso de la tecnología, el diseño de piezas especiales, la imaginación y la apertura, facilitan que infantes y adolescentes se aproximen a un computador con una pregunta, una inquietud o un “yo sé hacerlo”. El “chip” de las nuevas generaciones facilita la integración propuesta en el punto interactivo, que tiene en el portal de la CVP, www.cajaviviendapopular.gov.co, la entrada al reconocimiento, a didácticas claras, a respuestas y a saberse protagonistas de jornadas que, pareciera, fueran solo cosas de adultos.
En Caracolí, en el límite de la ciudad, los niños se aventuraron a un teclado, sorprendieron con una pregunta que obliga a mirarnos a la cara, pues por lo general no es fácil de responder y con una sonrisa plena agradecieron esta alternativa de acortar las brechas tecnológicas y sociales tradicionalmente construidas.
El punto interactivo de la Oficina Asesora de Comunicaciones de la CVP, es un pequeño rincón abierto para niños y niñas, que regularmente acompañan a sus padres en las cotidianidades propias de su entorno. Allí las sonrisas, las inquietudes, las confidencias, los relatos del barrio y los saberes alcanzados, democratizan los encuentros y materializan en expresiones palpables, lo dicen los rostros de Caracolí, que “con todo lo que llevo en mi corazón, hay ahora un espacio para la Caja”.