Tardó 10 años para que le entregaran su licencia de construcción y fue esta administración de la Caja de la Vivienda Popular - como reconoce- quien le permitió cumplir el sueño: observar más grande su predio.

Luz Dary Orjuela, de 45 años, estaba cansada, casi burlada de que una década atrás le aplazaran en repetidas oportunidades el documento que le certificaba que podía construir. Le pedían tiempo, más plazos y jamás le expedían su licencia de construcción. “Viví muchos años esperando, con el dinero en el bolsillo, la posibilidad de subir a dos los pisos de mi casa. Y lo más importante: hacerlo legalmente, como se debe”, expresa.

En agosto de 2016 funcionarios de la CVP aparecieron en su casa. Y después de luchar contra su escepticismo, resultado de la eterna espera, aceptó a media lengua la propuesta de tener su licencia de construcción. “No estaba convencida, pensaba que nuevamente me iban a dejar esperando. Y no ocurrió así”, resume la vendedora de confetis.

Le pidieron nuevamente los documentos, le adelantaron los trámites y en menos de dos meses ingenieros, arquitectos, técnicos y demás llegaron a su vivienda. Midieron, analizaron su suelo, la resistencia de las paredes y le aprobaron la edificación. El primer dictamen- el más importante- fue positivo: podía construir encima de sus paredes una placa maciza e instalar un moderno tejado.

Luz Dary saltó de la felicidad ante la noticia. “Fue posible, una realidad…. No lo creía”, añade, al recordar que con estos resultados técnicos radicó ante una curaduría sus documentos y en menos de seis meses obtuvo el resultado final: su licencia.

Lo mejor: casi gratis. “En medio de tanta espera, opté por cotizar con empresas privadas el trámite de mi licencia de construcción y me cobraban hasta 7 millones de pesos. En realidad, la cifra era demasiado alta. Por eso, preferí esperar y mire cómo me fue: excelente”.

Orjuela pagó por su licencia 180 mil pesos a través de la Caja de la Vivienda Popular, dinero exclusivamente para fotocopias y estampillas. “Yo pensé que no era cierto cuando me dijeron que solo valía ese precio tan económico. Es como un regalo”.

La legalidad para Luz Dary es lo más importante para su familia. “Uno no debe hacer las cosas a escondidas, con miedo. Así viviría yo, sin paz en mi corazón, si hubiera construido ilegalmente.  Qué tal llegue la Alcaldía, la Policía y selle la obra, uno pierde toda la plata. En cambio, por la vía legal con la CVP le brindan a uno asesoría y acompañamiento”.

Y lo más importante: la seguridad. “Temía construir un segundo piso sin normas de sismo resistencia y que se desplomara la estructura y afectara a mi familia”. Algunos vecinos le aconsejaban que construyera ilegalmente, pero Luz Dary se opuso y hoy construye bajo los parámetros de la legalidad. No teme que se le desplome el segundo piso. Tampoco que aparezcan las autoridades y le sellen la obra.